jueves, 5 de agosto de 2010

Baffling

A veces es difícil asumir el resto, es como tener que convencerte de que por muy bonita que sea la luna, nunca la alcanzarás porque no tiene ese hilo invisible que todos soñamos que la hará descender hasta poder acariciarla, estrujarla. Y que cuando ya esté en tu poder te acompañe siempre, que la noche cubra los días para que sea la luna el único papel protagonista, y brille, resplandezca, mucho más que el sol. Difícil concienciarse de que el corazón de una persona no es como en realidad lo imaginamos y plasmamos a través de unos trazos en el margen del folio que contiene tantas frases de latín. Cuando vives a la sombra, sin luna y sin sol te imaginas y te recreas en la conciencia tantas cosas que ni siquiera se parecen a la realidad. El amor, por ejemplo, lo idealizas. Y ahora a la palabra amor le cuelga un cartelito que pone "si tú, yo", y piensas que hay que mezclar más cosas además de la saliva. Luego, te das cuenta que en realidad el amor para el resto de las personas es distinto. Pero por eso no deja de ser amor al fin y al cabo. Entonces, te estrellas, te caes, o como prefieras llamarlo. Pierdes décimas de segundos en algo que no estaba en tu mente. Y así, mis expectativas están cada dos por tres enfadadas con la realidad, y hasta lo pagan conmigo. Me pegan, me apretujan las costillas, no respiro. Ansiedad, impotencia. Doy puñetazos a la almohada, rebotan contra mi pecho. Mi corazón ya tiene otra mueca más, y así, pronto desaparecerá. Espero algún día comprender por qué la vida no es sueño, por qué el ser humano tiene el arte de idealizarlo todo, por qué no puedo cambiar mi realidad. Algo sí comprendí, que el corazón, bien sea el que imaginé, el que pinté en el folio de las frases de latín, el de gominola o el que realmente bombea, es rojo.

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